martes, 13 de julio de 2010

EL SAGRARIO


Así como los imanes atraen hacia sí a los metales, así también los corazones de los cristianos deberían sentir la poderosa atracción de los sagrarios.

Los primeros sagrarios comenzaron a existir en la Edad Media, en un momento en que a un teólogo se le había ocurrido negar la presencia real de Jesús en la Eucaristía. Este hombre -Berengario, se llamaba- comenzó a decir que la Eucaristía es sólo un signo o un símbolo de Jesús y que el pan y el vino, incluso después de la consagración, continuaban siendo pan y vino. Esta doctrina causó un gran revuelo: después de muchos siglos de pacífica creencia en la presencia real de Cristo bajo las especies del pan y del vino, un teólogo osaba negarla.

Berengario se arrepintió de su error, antes de morir. Sin embargo, puede decirse que gracias a él, la Iglesia descubrió con nueva profundidad el valor infinito de este Sacramento. Dos cosas interesantes de contar sucedieron:

* En primer lugar, comenzó a decirse que la Eucaristía es el Cuerpo verdadero de Cristo: allí está Él presente realmente y no sólo en símbolo. Si hasta ese momento se decía que la Iglesia es el verdadero cuerpo de Cristo y la Eucaristía su cuerpo místico sacramental; después de Berengario, sucedió justo al revés. Es decir, comenzó a decirse que la Eucaristía es el Cuerpo de Cristo y la Iglesia es su Cuerpo místico.
* En segundo lugar, hubo un movimiento importante de adoración a la Eucaristía y comenzó la costumbre de colocarla en un sagrario en forma de arca, sobre el altar. De esta manera, después de Misa, el Sacramento era reservado en el sagrario para que los fieles pudiesen adorarlo en cualquier momento.

Entonces, antes de Berengario, ¿no existían los sagrarios? En cierto sentido, no. Había algo parecido: una caja digna para reservar el Santísimo Sacramento que se conservaba en las sacristías y que se destinaba a proporcionar el viático a los enfermos. Pero el sagrario añade algo nuevo: es algo así como lo que fue el arca de la Alianza para el pueblo elegido. En el arca de la Alianza se contenían los grandes símbolos de la presencia de Dios: el maná, la vara de Aarón y los Tablas de la Ley. En el Sagrario se contiene al mismo Hijo de Dios realmente presente en el Sacramento de la Eucaristía.

Por eso se establecieron ya desde tiempos antiguos las costumbres todavía vigentes:

* señalar la presencia de Cristo en el sagrario mediante una lámpara encendida.
* reverenciar a Cristo, presente en el sagrario, mediante una genuflexión, máximo gesto de adoración (también llamado culto de latría, es decir, de adoración en griego).
* cubrir el sagrario con un paño, de seda o de alguna tela noble, llamado conopeo.

Publicado por DonJoan

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