martes, 14 de junio de 2011

EL ROL DE LOS ABUELOS

Los abuelos se relacionan de una forma distendida con los nietos, pues no recae sobre ellos la responsabilidad de tomar las decisiones. Siempre a mano para cuidar a los nietos cuando los padres no están, ponen a disposición, tanto de hijos como de nietos, su larga experiencia de vida.
Son un soporte invaluable para padres principiantes. Su rol es el de acompañar la crianza de los niños, pero siempre desde una postura secundaria, apoyando las decisiones de los padres, o en todo caso, prestando su experiencia cuando su consejo sea solicitado. La presencia de los padres es insustituible.
En situaciones extremas (muerte de los padres, violencia familiar, enfermedades crónicas, etc.) los abuelos pueden hacerse cargo de los nietos en forma permanente. Esta situación exige de los abuelos, esfuerzos que ya no están en condiciones de soportar.
También hay que recordar, que si bien, cuando la relación es temporaria, (en las horas que los padres trabajan), los vínculos con los nietos se dan de manera más fluida, pues no implican las responsabilidades del cuidado permanente, las que provocan estrés. Cabe recordar, que los abuelos se criaron en otro tiempo, y sus costumbres están más alejadas de los chicos que las de los padres.
Los abuelos también tienen necesidad de relacionarse con personas de su misma edad, compartir con ellos, realizar proyectos, y esto no pueden lograrlo, si deben dedicar su vida al cuidado de la familia, cosa que ya hicieron cuando fueron padres. También es cierto que los abuelos están aferrados a sus costumbres, las cuales distan mucho de las de los nietos, esto produce roces frecuentes cuando el contacto es permanente. Lo ideal entonces, es que los abuelos estén presentes para compartir vivencias, pero sin que eso se convierta en obligación para ninguna de las partes.
La mejor herencia que un abuelo puede dejar
Por María Irene De Cabo.
Voy a contarles la historia de vida de una persona nacida en Tres Arroyos, provincia de Buenos Aires. Lo que aquí relato lo supe hace poco tiempo, pero la historia data de los años 30. En aquel tiempo surcaba las calles de la ciudad, muy temprano de mañana, en su carro de caballo, el lechero Serafín. Padre de seis hijos. De madrugada desde las calles León y Dorrego iba al tambo a buscar la leche para repartir en sus tarros a los niños del pueblo y así poder ganar el sustento para alimentar a su familia.
Esto era lo que yo sabía de mi abuelo hasta hace unos años. En cierta ocasión, visitando un comercio de la ciudad de Mar del Plata donde solicité un crédito, la señora que me atendía manifestó conocer y recordar a mi abuelo con mucho afecto. También me habló de que conocía el trabajo que él hacía en Tres Arroyos y cuanto los había ayudado como familia. Ese incidente no hizo más que reafirmar la gran admiración que sentí siempre por mi abuelo, con quien tuve una relación muy estrecha que marcó mi vida e hizo que, aunque haya pasado tiempo desde su partida, no pueda olvidarlo. No obstante, pensé que aquello había sido un hecho aislado, uno más de los que a diario nos suceden. Pero un día, mi prima Graciela salió a buscar trabajo por las empresas marplatenses; al llegar a una de ellas y dar su nombre, apellido y lugar de origen, el gerente que llevaba a cabo la entrevista le preguntó:
-¿Es Ud. pariente de Don Serafín De Cabo?
Mi prima, tras sorprenderse por la pregunta, respondió:
-Sí, era mi abuelo.
Embargado por la emoción y con lagrimas en los ojos este hombre relató:
-Señora, mi madre quedó viuda muy joven y con varios hijos, todos muy pequeños, sin ninguna entrada de dinero, sin familia cercana y con nosotros expuestos a toda clase de necesidades. No puedo olvidar que todas las mañanas pasaba por mi casa muy temprano Don Serafín a dejarnos la leche sin esperar ninguna retribución a cambio y así, a mí y a mis hermanos nunca nos faltó ese vaso de leche que los niños necesitan para crecer. Por eso hoy le digo yo a usted que siempre habrá trabajo en mi empresa para una nieta de este noble lechero.
Quizás la historia que hoy relato no es la de un hombre encumbrado, pero sí es la de un hombre íntegro. Hoy, leyendo la Biblia, encontré en el libro de los proverbios lo siguiente:
.La herencia del bueno alcanzará a los hijos de sus hijos… Prov.13:22. Hoy se que recibí una herencia incalculable, que no voy a poder gastar en toda mi vida, pero que espero poder compartir con otros, así como lo hizo Serafín para que Tres Arroyos se pueda sentir orgulloso de haber tenido en sus calles a este humilde lechero con un corazón tan grande. GRACIAS ABUELO.

Publicado por dejate sorprender http://dejatesorprenderradio.blogspot.com/